La detección de un problema neuropsicológico no es siempre sencillo, ya sea porque se da en un niño o adolescente, o porque son problemas que paulatinamente se desarrollen asociados a la edad... Nuestro entorno social, así como cambios negativos en la rutina pueden poder indicar un problema de este tipo. Episodios postraumáticos como accidentes o contusiones, pueden desencadenar un problema neuropsicológico. En cualquier caso, si tiene un problema que cree que puede afectar a su psique, un profesional puede distinguir si la neuropsicología puede ayudarle a mejorar dicha situación.

En la primera entrevista con el psicólogo, se creará un perfil psicológico del paciente y se abordarán los temas que le preocupan para pode evaluar su caso. En muchos casos, hay informes previos que es importante que el neuropsicólogo conozca (diagnósticos, pruebas médicas, etc) para poder entender mejor al paciente y su caso.

En el caso de los menores, además de los informes previos, se pedirán informes u opinión del centro educativo, para poder entenderlo mejor. En estos casos, el menos deberá ir acompañado del responsable del tratamiento, padre o tutor legal.

Si el profesional entiende que el problema compete al ámbito de la neuropsicología, se procederá con el tratamiento.

Lo primero que se hará será hacer una evaluación más en profundidad del caso, haciendo las pruebas competentes: tests, escalas, pruebas de capacidades cognitivas, etc. Una vez se tenga el diagnóstico preciso del caso, se procederá al tratamiento.

Dependiendo del caso, variarán mucho las técnicas aplicadas, ejercicios y seguimiento. Cada caso es diferente y el profesional se adaptará apaciente, a su problema y su entorno social. En el caso de que sea necesario, se pedirá el apoyo de su entorno social y familiar para la total mejoría del paciente.